Cómo germinan los frutales. ¡Planta tus huesos de fruta!

Todos los amantes de las plantas miramos los huesos de las frutas, alguna vez preguntándonos si seremos capaces de plantarlas y conseguir que nazca un árbol. Es posible incluso que lo hayas intentado en alguna ocasión, con mayor o menor éxito.

El proceso de reproducción de un árbol frutal es una actividad muy lenta, pero que resulta ser muy gratificante a la vez. Debemos armarnos de paciencia y poner mucha atención para obtener unos resultados satisfactorios.

Elección de la especie

Al igual que ocurre con el resto de plantas, la elección de la especie de árbol de fruta de hueso se debe hacer siguiendo las necesidades de cada variedad.

El clima es el principal factor que debemos tener en cuenta para elegir qué hueso de fruta plantar. La temperatura y la humedad al que van a estar sometidos influyen en gran medida para que la planta prospere de forma adecuada.

Un vistazo a los árboles que se cultivan en nuestro entorno nos darán la clave para saber por cuál decantarnos.

Germinación de huesos de frutas

Llamamos germinación al desarrollo que sufre el embrión de una semilla hasta que es capaz de convertirse en una nueva planta. La semilla absorbe agua y comienza a hincharse, rompiendo la cubierta y dando lugar a la nueva planta.

Para que la germinación ocurra son necesarios ingredientes básicos como el agua, la luz, el aire y las sales minerales.

No todas las semillas germinan. Existen diversos factores que influyen en este proceso.

En el caso de las frutas aptas para el consumo que encontramos en los supermercados, estas se suelen recolectar de los árboles muy pronto. Cuando las frutas maduran fuera del árbol, las semillas por lo general son estériles.

Las condiciones de transporte también afectan. Si te estás planteando germinar semillas de frutas, lo ideal es que utilices frutas frescas de temporada compradas de forma directa al agricultor o en comercios de proximidad.

¿Cómo saber si una semilla es estéril?

Un truco para saber si una semilla es estéril es poniéndola en un vaso con agua durante 24 horas. Las semillas que permanezcan flotando en la superficie no sirven. Puede ser que no se hayan desarrollado de manera correcta o que estén vacías. Deséchalas y quédate solo con las que hayan quedado en el fondo.

¿Dónde están las semillas en las frutas de hueso?

En el caso de las frutas de hueso, las semillas se encuentran protegidas por una cubierta dura que la mantiene a salvo hasta que llegue el momento de germinar. Esta cáscara en ocasiones es demasiado dura para abrirse por ella misma y necesitará de otros factores para hacerlo.

En la naturaleza intervienen, entre otros, los cambios de temperatura (generalmente el invierno) y los ácidos de la digestión de los animales que ingieren esas semillas.

Procesos para germinar huesos de frutas

La germinación de las semillas que se encuentran en el interior de los huesos de las frutas es un proceso que puede tardar entre 2 y 6 semanas cuando se encuentran en el momento idóneo.

Para ello deberemos analizar el ciclo de estos árboles y simular las condiciones necesarias para su reproducción, esta vez desde nuestras casas.

Hidratar la semilla

En todos los procesos es aconsejable hidratar las semillas previamente. Para ello las dejaremos en un recipiente con agua a temperatura ambiente durante 24 horas. Recuerda que las semillas que floten debes desecharlas porque no son válidas para la reproducción.

Siembra directa

Nos referimos a siembra directa cuando la semilla no necesita ningún tratamiento especial antes de ser plantada. Podemos sembrarlo en recipientes tipo macetas o hacerlo directamente en el suelo. Es el proceso más sencillo, no necesitará demasiados cuidados para que prospere.

Romper el letargo

En el caso de muchos tipos de árboles de frutas con hueso, son capaces de mantenerse en reposo el tiempo suficiente para aguantar hasta que las condiciones naturales sean las idóneas. Este periodo se denomina letargo.

Según el tipo de semilla que queramos plantar, utilizaremos los siguientes procesos:

  • Estratificación fría: algunas semillas necesitan pasar una temporada de frío, que en la naturaleza equivaldría a la época de invierno. Por lo general es suficiente con que la temperatura ronde entre los 3 y los 6 °C. Este periodo puede variar de 1 a 3 meses. Para romper el letargo podemos acelerar esta fase metiendo las semillas al frigorífico. Las introduciremos en una bolsa hermética con unas servilletas humedecidas hasta que germinen, comprobando de vez que cuando que conservan la humedad. Si es necesario volveremos a humedecer la servilleta. Algunos ejemplos de frutas que podemos germinar con este sistema son el albaricoque, melocotón, nectarina o paraguayo.
  • Escarificación: es la técnica que permite que el interior de la semilla entre en contacto con el aire y el agua. Se consigue rompiendo, rasgando o deteriorando la parte exterior del hueso, teniendo mucho cuidado en que la semilla no se vea dañada. Para ello, nos ayudaremos de herramientas como puede ser un objeto cortante (un cuchillo), rompiendo la cáscara con un cascanueces o martillo, o utilizando otras herramientas como son los ácidos (este proceso se debe aplicar solamente por profesionales). Las semillas escarificadas son muy delicadas y por ello es necesario que se siembren lo antes posible. Algunos ejemplos son el cerezo o el olivo.

Injertos de árboles frutales

Cuando plantamos una semilla de un árbol frutal, es posible que busquemos que la planta resultante sea idéntica a la que generó ese fruto. El proceso no es tan fácil. La planta que nace del hueso se podría decir que será un árbol básico, con información genética de la planta madre y también del padre, lo que puede hacer que la variedad que nos salga no sea la esperada.

Para conseguir una variedad en particular es necesario realizar un injerto. Pero este no es el único motivo por el que se hacen los injertos. Con ello conseguimos aportar resistencia a algunas enfermedades.

Un injerto es la técnica que se utiliza como multiplicación clonal. Podemos unir dos plantas similares para el desarrollo de una variedad en particular, consiguiendo que se conviertan en una sola planta. La unión se efectúa desde una parte que aporta las raíces, llamada patrón o portainjertos, y otra que será la parte vegetativa, llamado injerto.

Es importante hacer hincapié en que los árboles deben ser especies similares. Es posible injertar un naranjo con un limonero, o un melocotón con un albaricoque, un cerezo o un ciruelo. Sin embargo, no podremos en ningún caso injertar un olivo con un melocotonero, el injerto no prendería.

Los injertos los podemos hacer durante cualquier época del año, evitando en lo posible los periodos de más frío. Existen 2 tipos de injertos principalmente para árboles de frutas de hueso: los de púa y los de yema.

Los injertos de yema se hacen en primavera y verano, que es cuando las plantas están en su máxima actividad y la savia fluye con más facilidad. Los de púa se harán el resto del año.

Conclusiones finales

Ahora que ya sabes cómo se reproducen los árboles frutales de hueso, solo te falta elegir las variedades que más te gusten y ponerte manos a la obra.

Utiliza varias semillas en cada intento para aumentar las probabilidades de éxito. Y si no te sale a la primera no desesperes, como todo en esta vida es cuestión de practicar.

En un par de años estarás disfrutando de unos maravillosos frutos desde la tranquilidad de tu casa. Si quieres saber más sobre los árboles frutales que crecen más rápido, consulta este otro artículo.